lunes, 24 de octubre de 2016

San Rafael, arcángel. — 24 de octubre



   Los celestiales beneficios que  recibió del glorioso arcángel san Rafael, el santo patriarca Tobías, refiérense en el mismo sagrado libro de Tobías por estas palabras: Entonces Tobías llamó a parte a su hijo, y díjole: ¿Qué podemos dar a este varón santo que te ha acompañado? A lo que respondiendo Tobías, dijo a su padre: Padre mío, ¿qué recompensa le daremos? O ¿cómo podremos corresponder dignamente a sus beneficios? Él me ha llevado y traído sano y salvo: él mismo en persona cobró el dinero de Gabelo: él me ha proporcionado esposa, y ahuyentó de  ella al demonio, llenando de consuelo a sus padres: asimismo me libró del pez que me iba a tragar: te ha hecho ver a ti la luz del cielo; y hemos sido colmados por medio de él de toda suerte de bienes. ¿Qué podremos, pues, darle que sea proporcionado a tantos favores? Más yo te pido, padre mío, que le ruegues si por ventura se dignará tomar para sí la mitad de todo lo que hemos traído. Con esto padre e hijo le llamaron, y empezaron a rogarle que se dignase aceptar la mitad de todo lo que habían traído. Entonces díjoles él en secreto: Bendecid al Dios del cielo, y glorificadle delante de todos los vivientes, porque ha hecho brillar en vosotros su misericordia. Porque así como es bueno tener oculto el secreto confiado por el rey, es cosa muy loable el publicar y celebrar las obras de Dios. Buena es la oración acompañada del ayuno; y el dar limosna mucho mejor que los tesoros de oro: porque la limosna libra de la muerte, y es la que purga los pecados y alcanza la misericordia y la vida eterna. Más los que cometen el pecado y la iniquidad, son enemigos de su propia alma. Por tanto, voy a manifestaros la verdad, y no quiero encubriros más lo que ha estado oculto. Cuando tú orabas con lágrimas, y enterrabas los muertos,


y te levantabas de la mesa a medio comer, y escondías de día los cadáveres en tu casa, y los enterrabas de noche, yo presentaba al Señor tus oraciones. Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fué necesario que la tentación o la aflicción te probase. Y ahora el Señor me envió a curarte a ti, y a libertar del demonio a Sara, esposa de tu hijo. Porque yo soy, el ángel Rafael, uno de los siete espíritus principales que asistimos delante del Señor. Al oír estas palabras, se llenaron de turbación, y temblando cayeron en tierra sobre sus rostros. Pero el ángel les dijo: La paz sea con vosotros, no temáis, pues que mientras he estado yo con vosotros, por voluntad o disposición de Dios he estado: bendecidle, pues, y cantad sus alabanzas. Parecía, a la verdad, que yo comía y bebía con vosotros; mas yo me sustento de un manjar invisible, y de una bebida que no puede ser vista de los hombres. Ya es tiempo de que me vuelva al que me envió: vosotros empero bendecid a Dios, y anunciad todas sus maravillas. Dicho esto, desapareció de su vista, y no pudieron ya verle más. Entonces, postrados entierra sobre sus rostros por espacio de tres horas, estuvieron bendiciendo a Dios; y levantándose de allí, publicaron todas sus maravillas.

   Reflexión: Es el arcángel san Rafael, singular protector de los enfermos; como su mismo nombre lo significa, pues Rafael vale lo mismo que Medicina de Dios. Por esta causa se han puesto debajo de su amparo todos los hospitales de san Juan de Dios, y todos los fieles deberíamos invocar en nuestras enfermedades su celestial patrocinio.

   Oración: ¡Oh Dios! que diste por compañero para el camino de tu siervo Tobías al bienaventurado arcángel san Rafael; concédenos que seamos siempre protegidos con su custodia y fortalecidos con su auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



“FLOS SANCTORVM”

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