miércoles, 14 de septiembre de 2016

EL CAMINO DEL ABANDONO (Meditación)



   Haced .pocos propósitos: ¡y que estén en relación con vuestra vida cotidiana y con vuestra vida de confianza! “¡Donde el Señor me ha puesto, seré una santa!”

   He allí un propósito bien preciso y realizable. Estad, en el puesto en el cual os halláis, porque Dios os ha puesto en él con su sabiduría divina; estad contentas donde estáis y santificaos.

   Dios os ha confiado un tesoro, no tengáis otros sueños de grandeza.

   Y luego añadid: creo en Tu amor, vivo de esperanza, a pesar de mi miseria, pequeña e infiel como soy. Esto señalará un progreso continuo en vuestro apostolado, puesto que la primera actividad divina en el apostolado, es un amor fuerte como la muerte: el leitmotiv de todos mis discursos es esta sola palabra: ¡amar!

   El camino del abandono es el grado supremo del camino de la confidencia y la confianza. Por nosotros mismos no somos sino...tinieblas y miseria. Nada sabemos, pero podemos apoyamos en otra verdad: Jesús es la sabiduría infinita y el amor infinito, que nos persigue porque nos ama.

   Lo sabemos en teoría, ¿pero en la práctica?...

   Podemos creer sin amar, mas no podemos amar sin creer. Satanás cree y no ama: tratemos de no imitarlo. Me preguntaron en la canonización de Margarita María cuál fué el poder de su apostolado: todo lo que se predica en la Iglesia sobre el Sagrado Corazón, deriva de la gran revelación de Paray. Santa Margarita María escribió muy poco y todo nos viene de ella; pero esto se explica con las palabras: ‘‘¡déjame hacer, hija mía!” ¡Nada más! ¡Y nada hay en la Iglesia, después de Pentecostés, que haya conmovido tanto a las almas, como la obra del Corazón de Jesús!

“¡Déjame hacer!” “¡Ocúpate de Mí y Yo me ocuparé de ti!” He aquí una meditación sobre el abandono. Seamos todos como niños: “Creo...me han dicho...”, y El responde: “¡Déjame hacer!" ¡Ordinariamente nos agitamos demasiado!; tomamos el lugar de Nuestro Señor, y así echamos a perder     su obra.  Queremos ser la fuerza motriz, cuando deberíamos ser sólo las ruedas: el gran motor es El. Hay     que tener la fe buena, la verdadera fe de sabiduría, de luz. “¡Dejémosle hacer!” Y entonces Él toma la iniciativa, ¡y como es sabio y prudente, elige su hora y dirige las almas! Dejadle a Él la iniciativa de todas vuestras obras.

   “¡Déjame hacer!, te amo más que todos”: El suplirá vuestra Insuficiencia en la, vida y en las obras, Recordemos lo que le dijo a Santa Margarita María: “A ti te hablo, más si me desdeñas me iré y no me verás más”.

   Si os abandonáis a Él, os dirá como a Margarita María: “Tú carecerás de socorro, cuando Yo carezca de poder”. El recompensa al céntuplo este abandono y esta docilidad: no os enfadéis, como hacen ciertas almas cuando no obtienen lo que piden.

   Yo lo sé bien, porque en mi apostolado Él ha sobrepasado todos mis sueños.

   Abandonaos, pues, en los mil casos imprevistos de la vida; cuando os sentís en un abismo de obscuridad. La incertidumbre no turba nunca cuando sabemos que Jesús nos guía. Él no duerme nunca: es la sabiduría infinita. Una señora decía: “Hace siete años que pido una gracia, y el Señor no me la concede...” Le respondí: “¡No sea una niña prepotente!"

   Dejadlo hacer en los momentos de lucha...

   Y en las luchas interiores, recordad que El conoce el poder del enemigo y vuestra debilidad: ¡dejadlo hacer!

   ¿Y en las conversaciones? Hay que pedirle, más aún, exigirle: pero sin turbación, ¡con confianza! Él tiene su hora, y vosotras la apresuraréis con la calma de quien tiene confianza en El, de quien cree en su misericordia. Ocurrirá con vosotras lo que con aquel protestante que quería convertirse, y, confiado, le decía a Jesús su repugnancia por confesarse; herido de muerte, pierde el uso de la lengua: bautizado, sube al cielo sin tener que confesarse.

   Debemos absolutamente abandonamos en Dios; decirle: cierro los ojos, pero exijo esta alma... Una sola cosa tu gloria... ¡Oh, cómo sonríe Jesús entonces!

   No tenemos una idea bastante clara del poder de este Rey. Con nuestra voluntad infantil, atamos sus brazos. ¡Si lo dejásemos libre de ser nuestro dueño, veríamos maravillas!  

   Dejémosle hacer en los problemas de vida interior: ecce venio! –– me abandono. –– ¿Y si no encuentro un director? “¡Tu director soy yo, me complazco con las almas  que me dejan hacer!” sed como Santa Teresita del Niño Jesús, su juguete, su pelota.

   Así ella, con su abandono, fué la obra maestra de Jesús.

   Dejad hacer a Jesús en vuestros proyectos de apostolado: no le obstruyáis el camino; celo, sí, más el celo que deja hacer al Maestro. ¡No pretendáis darle lecciones! Es celoso de la gloría de su Padre. Dejadle la Iniciativa y la dirección de la iniciativa. Y cuando encontréis piedras en vuestro camino: pax. Y cuando haya tormenta, decid: “¡Gracias! Magníficat", con tal abandono, ¡cuántas gracias! “¡Dejadme hacer: soy la sabiduría y él; amor!”, os dice. A Santa Margarita María la llamaban loca: ¡tuvo su apoteosis porque lo dejó hacer!

   Jesús se nos da en la Eucaristía, como si cada uno de nosotros fuese su madre. Heme aquí: os lo doy todo... Jesús debería hacer un milagro para no venir en nosotros. ¡Tomadle y confiaos a Él, como El, se da a vosotras!

   ¡Para ser santas!
   ¡Para ser apóstoles!


P. MATEO CRAWLEY SS. CC.
Biblioteca Ascética (año 1941)



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